Me negué a ir sabiendo lo que me esperaba, una cena
terrible de homosexuales emparejados, todos mayores de 38, 40s y 50s que solo tenían
historias de lo lindo que la pasaban juntos, y la profundidad de sus relaciones
de añooossss.
Y yo ahí solo, porque el chico con el que salgo, el
profesor de colegio pijo, que gana poco (igual que yo, pero al que le encanta
su trabajo, igual que yo) me canceló a última hora porque tiene que corregir
unos exámenes pendientes.
Llegué solo, miradas de pena, de reprobación, de
compasión. Ok, ok. Últimamente no tenemos tiempo de vernos pero es que ambos
trabajamos, y mis horarios son pésimos, lo admito. Pero vamos, solo no estoy. Casi
nunca estoy solo.
En esta socialité de gays llenos de sarcasmo, y
pullas hacia el pasado de cada uno de ellos (ese típico comportamiento pasivo-
agresivo) el único joven era yo, hasta que al promediar la medianoche y en la
conversa llegaron un par de chicos, uno
de 25 años, delgado, trigeño, de 1.75, respondía al nombre de Miguel, el otro se
llamaba Percyball, medio gordito, de unos 28 o 30 años, medio pluma (ok, pluma
completa, una versión menos cool de Carlos Cacho).
Como todo grupo que pasa las 10 personas se hicieron
grupitos. Quede conversando con Miguel y Percyball, hasta que el anfitrión, el
tipo que me invitó, me pidió que lo siguiera.
Debo decir que el anfitrión es un amigo de años, al
que no pude rechazarle su invitación anual de compartir y tertulia, conversamos
un par de cosas, me recomendó una revista, que casualmente es editada e
impulsada por un amigo blogger, le dije que hasta ahora no la he comprado, pero
que lo espero hacer, me preguntó si estaba a gusto en mi trabajo porque “tenía
un amigo que…”, y no lo deje terminar porque la última vez que me recomendó la
pasé mal (ver aquí).
Saliendo de la cocina, que es donde había ido con mi
amigo a conversar me dirigí al baño, ahí estaba Miguel al parecer esperando que
se desocupara el baño, conversamos unas cuantas pavadas, ya por las cervezas
encima o porque en realidad era el único tipo que me cayó bien esa noche, pero
lo vi guapo.
Y no es que no lo fuera, pero, bueno, creo que
termine coqueteándole, casi sin querer, ¿acaso fue espontaneo?
Sonó su celular, una canción francesa conocida,
apagó su cel. Me sonrío.
-¿Tu novio? Le pregunté jugando
-No.- se apresuró a decir.
La persona que estaba en el baño no salía, así que
fuimos al baño que había en el patio. Estaba oscuro, cuidando de pasar despacio
y no caer por la piscina, llegamos a un baño menos bonito.
Nos quedamos en el patio, rápidamente nos
encaletamos un whisky y un poco de hielo.
Demasiado trago para mí que no paso de las chelas
algunos fines de semana (si, lo sé, no soy cool tampoco)
Tendidos en unas perezosas de piscina conversando
sobre el final de Friends, la promiscuidad del anfitrión de la fiesta, los
últimos chismes de los amigos en común, y de lo patética que es la tv nacional,
juntamos nuestras perezosas para compartir un pucho (cigarrillo).
-No fumo- le dije, pero igual le recibí el pucho
porque la pasaba bien, y sin querer a la primera pitada me atoré.
Él se ríe, 'te dije que no suelo fumar, solo cuando
tengo frío o estoy tomando.'
-Pero estamos tomando, me dice muy vivo, achinando
los ojos
-Por lo general solo tomo cerveza.
Y sin querer, sin decirme nada ya tenía su boca con
la mía.
Nos besamos un rato, así echaditos, besaba rico, me
sacó los lentes y seguimos ahí besándonos un rato. A la primera pausa, le dije
que tenía novio. ‘Yo también’ me dijo.
Y los dos nos reímos a carcajadas, sabiendo que
hacemos mal, y que nos iremos al infierno con todo y zapatos. Hubo silencios
incómodos, en que preguntó ¿en qué piensas? Y se me vino todita una escena
anterior con otro huevón al que tuve el error de conocer y con el que tontée
varias veces. Y recordarlo me jodió el momento. Y se me vino todo el mal humor
encima recordé el momento en que mi blog se va casi a la mierda, y recordé
traiciones de gente que creía mi amiga, y recordé a otros diciéndome ‘eso te
pasa por pendejo’, recordé lo mal que me sentí. Y el chiste éste de estar con
otro chico en tragos y coqueteando, ya no me pareció tan divertido.
Y todo por la bendita pregunta ¿en qué piensas? Si el
huevón ese, no la hubiera hecho tantas veces (no Miguel, sino el tipo al que me
recordó) ahora ni la recordaría.
Me disculpé un momento, le dije que me tenía que ir,
y apresuré el paso para salir y tomar el primer taxi a mi casa. Afuera estaban
algunos que se irían a una discoteca, me acompañé de ellos y me jalaron por
ahí.
Al llegar a casa. Revisé mi teléfono, un mensaje de
mi novio pidiendo disculpas una vez más por no haber ido, pero que me
compensará.
Y me quedé dormido convencido de que soy una basura.
pd1: La canción que sonó en el cel de Miguel fue Lolita
pd2: Se suponía que no contaría más cosas personales mias, pero ya que.
pd3: Me fui sin despedir.